enunciación sin templo fijo

sábado, 24 de julio de 2010

Después de leer un poema de Vallejo

Si preferimos la ventana a la puerta, César,
no es por la vista o la grandeza del paisaje,
por el viento que golpea nuestro rostro
con intensidad caprichosa y romántica,
por la remota posibilidad
de que una paloma entre a la recámara
con un mensaje del ser amado,
por la sensualidad del suicidio, el
posterior crujido de la muerte al perforar el suelo,
a razón de que quien nos encuentre
llore unas lágrimas sinceras, aunque sea un par, una por ojo, por nosotros,
porque seamos grandes soñadores,
mucho menos almas superiores,
si preferimos la ventana a la puerta, César,
es porque tenemos un miedo acérrimo al afuera,
porque atravesar el portal demanda responsabilidad,
porque allá no seremos los mismos
y ningún espejo servirá de más,
ni para vernos más grandes, ni más chicos.

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