Hoy que ni la crasa luz primaveral arredra a los vampiros, emos y darkies que rondan las modas citadinas, hemos decidido rendirnos a los arpegios de una walkiria canadiense.
Antes cello sostenido en la banda Rasputina, Zoe Keating hace de un instrumento un cuarteto, de una nota, un basso continuo, de un violoncello más un arco, una maza más una cantera (aclaración primera: la alusión al cursi y luminoso Silvio, en este caso, es lejana; segunda: que el arco sea hecho de crines de caballo y murciélago no es casualidad).
De formación clásica y beethoveniana, Keating oscurece todo lo que toca: Bastan uos pellizcos (pizzicati) o, cuando el chorro negro de fluidos corporales (melancholia) es inaguantable, tallar la piedra como si fuera madera, el cello como si fuera cantera (Col legno). Aquí ejemplos de los tres:
enunciación sin templo fijo
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